Los antepasados de las vacas lecheras modernas vivían en grandes praderas y llanuras donde pastaban plantas que otros animales no podían digerir. Los mamíferos con un solo estómago son incapaces o mínimamente capaces de digerir las paredes celulares de tales plantas, como el heno y el pasto. Una vaca sin microorganismos en el rumen tampoco podría digerir este tipo de plantas. En los vacunos, los microorganismos pueden descomponer las paredes celulares de estas plantas en nutrientes útiles. La vaca absorbe esos nutrientes y los convierte en productos valiosos, como la leche y la carne. Este proceso puede ocurrir porque el estómago de una vaca contiene más cantidad de microorganismos que humanos existen en la tierra.

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El alimento de las vacas debe tener un equilibrio adecuado para que los microorganismos puedan funcionar eficazmente. Si los microorganismos reciben los tipos adecuados de nutrientes, la vaca puede obtener el máximo beneficio nutricional de los alimentos que digiere.

Una óptima salud del rumen (una población estable y activa de microorganismos en el rumen de la vaca) resulta en un alto grado de eficiencia y asegura que las vacas gocen de buena salud. La salud del rumen de una vaca se ve afectada por el alimento, la capacidad de buffer y el manejo de la alimentación de la explotación. La salud del rumen se expresa al referirse a la acidez en el rumen: el pH del rumen.

El pH óptimo del rumen es idealmente entre 6,2 y 6,5 durante el día. Dentro de este rango de pH, la microflora del rumen funciona con la máxima eficacia, descomponiendo los nutrientes del alimento. Problemas continuados con la alimentación pueden causar un pH bajo en el rumen, que puede conducir a una acidosis ruminal sub-aguda (SARA). SARA puede causar anorexia, diarrea, palpitaciones cardíacas y muerte en casos extremos. SARA también puede provocar problemas potenciales, como reducción de producción de leche, cojera, mastitis y reducción de la fertilidad.

El tipo de alimento también puede determinar el pH del rumen de una vaca. El pH del rumen puede verse afectado por alimentos que favorecen la formación de ácidos, como los alimentos concentrados a base de grano que contienen grandes cantidades de carbohidratos. La proporción correcta entre forraje/fibra y el concentrado y la distribución efectiva del alimento durante el día, nos llevará a un Ph del rumen que será estable y correcto.

Hasta cierto punto, las vacas pueden controlar su pH ruminal. La pared del rumen absorbe parcialmente componentes del alimento formadores de ácido o los retira pasándolos al intestino. El rumen puede hacer frente a los cambios en las raciones de alimento si son graduales. Cambios significativos de una dieta baja en nutrientes acidificantes a una que sea alta puede desembocar en una acidosis. El grado en el cual estos componentes ácidos son retirados depende del tipo de alimento que la vaca haya consumido recientemente. Esta situación se da en la transición de una dieta para vacas no lactantes a una dieta para vacas en lactación.

La neutralización del pH del rumen se realiza a través de la rumia, cuando una vaca produce más saliva. La saliva de vaca contiene bicarbonato de sodio y tiene un pH de 8,2. Como resultado de este alto pH, el ácido es amortiguado en el rumen, lo que explica por qué la rumia es tan importante para una vaca. Una vaca sana que rumia adecuadamente producirá hasta 150 litros de saliva por día. Alimentar con forraje suficiente estimula a la vaca a rumiar, aumentando su producción de saliva. Alimentar con concentrados causará una disminución en la rumia causando una reducción en la producción de saliva. Rumiar durante aproximadamente el 40% del tiempo es esencial para que una vaca mantenga un rumen saludable.

El período más arriesgado de acidificación del rumen es al comienzo de la lactación. El aumento significativo en la producción de leche significa que se necesita más energía, que debe proporcionarse mediante la alimentación con concentrados. La capacidad de la vaca para ingerir alimento también está bajo presión. Durante el inicio de la lactación, proporcionar un equilibrio adecuado de nutrición y manejo puede ayudar a mantener un rumen saludable. Monitorear el tiempo dedicado a comer y rumiar es una herramienta efectiva.

 

Los estudios que investigan la acidosis ruminal subaguda sugieren que el tamaño de las comidas es un aspecto extremadamente importante del manejo nutricional. Las vacas pueden autorregular su pH ruminal de forma efectiva si tienen acceso continuo y predecible a la misma ración mixta total (TMR) todos los días. Sin embargo, una modesta restricción alimentaria puede causar que las vacas consuman raciones que sean demasiado abundantes. Por lo tanto, las buenas prácticas de manejo de la alimentación en el comedero son fundamentales para prevenir la acidosis ruminal subaguda – incluso cuando la fibra, la longitud de las partículas y el procesado del grano son óptimos.